Este lunes, el Vaticano confirmó oficialmente el fallecimiento de Jorge Mario Bergoglio, conocido como el Papa Francisco, a los 88 años. Su deceso marca el final de una era profundamente transformadora para la Iglesia Católica y para el liderazgo moral en el mundo contemporáneo.
Francisco fue el primer Papa latinoamericano, el primero jesuita y el primer pontífice en elegir el nombre de San Francisco de Asís, símbolo de humildad, paz y defensa de los pobres. Su papado, iniciado el 13 de marzo de 2013, llegó en un contexto de crisis institucional y desconfianza interna en la Iglesia, lo que hizo de su elección un acto cargado de significado espiritual y geopolítico.
Un estilo diferente desde el principio
Desde su aparición en el balcón central de la Basílica de San Pedro, Francisco mostró un estilo distinto. Vestido con sotana blanca sencilla, sin ornamentos dorados, y con una expresión serena, pidió primero una bendición del pueblo hacia él antes de impartir la suya como pontífice. Ese gesto inicial resumía lo que sería su forma de ejercer el poder: cercana, horizontal, profundamente evangélica.
En vez de instalarse en el tradicional Palacio Apostólico, eligió vivir en la Casa Santa Marta, una residencia más austera. Se transportaba en autos comunes, comía en el comedor con empleados del Vaticano y rechazaba privilegios innecesarios. Su humildad no fue un acto superficial, sino una declaración de principios.
Reformas estructurales y modernización pastoral
Uno de sus legados más visibles fue la reforma de la Curia Romana, con la promulgación de la constitución apostólica Praedicate Evangelium (2022), que redefinió el funcionamiento del gobierno central de la Iglesia. Promovió mayor participación de laicos y mujeres en instancias decisivas del Vaticano, un cambio largamente esperado.
Francisco también impulsó el proceso sinodal, animando a toda la Iglesia a dialogar sobre su estructura, misión y desafíos. Con el Sínodo sobre la Amazonía (2019) y los más recientes Sínodos de la Sinodalidad (2021–2024), fomentó un modelo de escucha, descentralización y participación, permitiendo que las voces de las periferias eclesiales fueran escuchadas en Roma.
Compromiso con las grandes causas de la humanidad
Su pontificado estuvo profundamente comprometido con las problemáticas globales. Desde la encíclica Laudato Si’, donde condenó la degradación ambiental y el modelo económico destructivo, hasta Fratelli Tutti, un manifiesto por la fraternidad universal, Francisco se convirtió en un referente para la ética del siglo XXI.
Fue un firme defensor de los migrantes y refugiados, a quienes llamó “el rostro del Cristo sufriente de hoy”, visitando campos de refugiados en Grecia y Lampedusa. También abogó por la abolición de la pena de muerte, el desarme nuclear, y denunció con contundencia las nuevas formas de esclavitud como la trata de personas.
Afrontar las sombras con coraje
Francisco no eludió los temas espinosos. Fue el primer Papa en reunirse abiertamente con víctimas de abusos sexuales por parte del clero y en reconocer públicamente los errores institucionales de la Iglesia en estos casos. Aunque algunos sectores consideraron insuficientes sus medidas, sus acciones sentaron precedentes inéditos en la historia reciente del Vaticano.
Además, promovió una apertura prudente pero firme hacia realidades sociales complejas, como las personas divorciadas y vueltas a casar, las parejas del mismo sexo, y el rol de la mujer dentro de la Iglesia. Si bien no modificó la doctrina, propuso un enfoque pastoral centrado en la dignidad humana, el discernimiento y la misericordia.
Un Papa que habló en todos los idiomas del alma
Francisco no solo se comunicó con documentos. Su lenguaje gestual fue igual de potente. Lavó los pies de presos, bendijo a niños con discapacidades, comió con indigentes y nunca temió mostrar vulnerabilidad emocional. Su carisma trascendió credos: fue recibido con honores por líderes musulmanes, judíos, budistas y ateos, y ha sido propuesto en varias ocasiones para el Premio Nobel de la Paz.
El legado de Francisco
Francisco deja una Iglesia más viva, más cercana y más interpelada por la realidad social. Su mensaje de misericordia, su crítica al clericalismo y su firme apuesta por los valores del Evangelio encarnado en lo cotidiano marcaron un pontificado de frontera.
Aún en medio de controversias, resistencias internas y desafíos sin resolver, su figura se alza como uno de los grandes líderes espirituales de nuestro tiempo. Francisco no fue solo un Papa de gestos, fue un Papa de procesos, de puentes, de humanidad.
Con su partida, concluye un capítulo que transformó no solo al Vaticano, sino también la forma en que millones entienden la fe y el liderazgo. El Papa que caminaba entre la gente, que hablaba con el corazón y que nunca dejó de insistir: "Recen por mí."
El Vaticano ha anunciado que en las próximas horas se publicarán los detalles sobre las exequias. Se espera una masiva participación de líderes políticos, religiosos y fieles de todo el mundo.